En la actualidad es muy necesario que el docente adquiera una autoridad merecida, porque la autoridad recibida es muy escasa, ya que el prestigio de la institución escolar está muy bajo. Necesita capacitación profesional, conocimientos y destrezas. Necesita autoridad moral: atender al interés del alumno, introducirle en el ámbito moral y en el Gran Proyecto Ético. La escuela debe ayudar al alumno a estructurar su personalidad, su voluntad, su autonomía, enseñarle los deberes y los derechos. El niño pasa de la privacidad de la familia a la escuela, que es un espacio público, donde tendrá que convivir con otros niños, y lo que le va a proteger va a ser una moral común. Enseñar es hoy día más complicado que nunca, y la institución está desprestigiada, no le asegura al profesor que sus alumnos le van a respetar. Una competencia fundamental de los profesores es mantener un buen clima de relación con sus alumnos, es una capacidad compleja y deberíamos aprender de los maestros que sí logran hacerlo. Aunque el buen profesor pueda tener una autoridad personal, es necesario que el centro educativo ejerza su función social, que es educar. El tiempo del profesor aislado en su clase se ha terminado. Educa el Centro entero. Hay que elaborar unas normas de comportamiento para todo el Centro, y la participación de los alumnos en su elaboración va a ser necesariamente limitada. Hay normas éticas fundamentales que deben funcionar automáticamente. Además es imprescindible la ayuda de las familias, si se quiere restaurar el orden en las aulas (hay muchos profesores que se sienten incapaces de mantenerlo). Al observar la evolución del niño descubrimos que aprende a ser libre obedeciendo: relación entre educación y obediencia.
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